martes, 2 de octubre de 2012

Delivery en Patagonias

Desde que me mudé a la Patagonia, no a la Patagonia rebelde, a Bariloche lo que más extraño es el delivery. Estaba acostumbrada a tener una amplia lista de casas de comidas con menúes de lo más variado para pedirme alimentos y no tener que procurarme el propio más que levantando el teléfono o incluso a través de una página de Internet. Sí, con las páginas llega igual, para todos esos desconfiados que prefieren llamar por teléfonos para pedir helado, por ejemplo. Y no siquiera hay que levantar el teléfono, es tan simple y sencillo como comprarse cualquier otra cosa a través de la Web. Lo mismo que el pedido del supermercado, y te lo traen todo a tu casa y no tenés que estar los cuarenta y cinco minutos que te lleva que la cajera pase la tarjeta una, dos tres, cuatro veces con su parsimonia y cara de pocos amigos. O que no tenga monedas y llame a la encargada, que tarda una hora en llegar y después parece que va a fabricar las monedas. Y mientras tanto la cola se hace cada vez más larga. Y si abren otra caja por eso, pasa lo mismo. No estoy hablando de los supermercados pequeños, hablo de las grandes cadenas. El delivery en Belgrano era de todos los colores, los olores, sabores y los precios también. Es lo que más extraño de la capital, el resto la verdad que no, los paisajes de aquí son hermosos y también hay delivery, pero no tanta variedad aunque se equipara con la tranquilidad, el lago, las montañas y cerros con sus picos nevados y el chocolate. Eso sí que es más rico acá que en cualquier otro lugar, se ha desarrollado una increíble receta en la preparación del chocolate que no es igualable en ningún otro punto del país.